Fuente: El Universal
Miércoles 02 de junio de 2010Jorge Ramos Enviado | El Universaljorge.ramos@eluniversal.com.mx
CIUDAD MADERO, Tamps.— Los marinos hicieron gala de su entrenamiento y de lo que son capaces de hacer frente al enemigo, el cual, por ahora, tiene rostro sin forma en el narco.
El presidente Felipe Calderón se hizo a la mar en el golfo de México. Abordó el buque ARM Independencia bajo el fuerte sol que le perló la frente de sudor y lo llevó a usar el peine que un coronel le acercó para acomodarse el cabello.
Primero realizó el abanderamiento del buque ARM Independencia. Tomó protesta a los marinos y entregó la bandera nacional al comandante del buque. Depositó una ofrenda floral en la ceremonia de Evocación a los Marinos y firmó el libro de visitantes distinguidos.
Pasó revista naval de la columna de honores a fragatas y patrullas oceánicas, algunas aparejadas con helicópteros.
Detrás aparecieron aviones y helicópteros en fila, tras lo cual se escuchó el estallido de un misil tipo Gabriel que se perdió en la inmensidad del mar, hacia un blanco que simuló la presencia de fuerzas enemigas.
El almirante DEM, José de Jesús Marte Camarena Zepeda fue el encargado de narrar las acciones de sus compañeros.
En minutos, los oficiales mostraron sus artes ante el mandatario y sus acompañantes, los secretarios de Marina, almirante Mariano Francisco Saynez; de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván; de Gobernación; Fernando Gómez Mont; de Medio Ambiente, Rafael Elvira Quesada y de Turismo, Gloria Guevara, y del gobernador Eugenio Hernández Flores.
Desde helicópteros Bolkow Super Five, los marinos demostraron su capacidad de tiro, realizaron operaciones anfibias, que son ataques lanzados desde el mar por fuerzas navales y de desembarco en unidades de superficie, que permiten el arribo en playas enemigas, se lanzaron en paracaídas y realizaron saltos de infiltración a gran altura, entre otras.
En medio de un humo naranja, varias patrullas costeras arremetieron contra enemigos en plena playa. Turistas y vecinos veían maravillados la acción de los infantes. A lo lejos divisaron el buque en el que iba el presidente y lo saludaron.
Antes, en su discurso, Calderón dijo en el desayuno con los marinos que ellos “son dignos herederos de la larga tradición de entrega, valor y heroísmo, por un lado, de la institución militar; pero, por otro, también del imperio que México ejerce sobre sus mares”.
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