¿Y si pusiéramos: zona escolar, no … dispare?
ÁGORA
Alejandro Salas
Cuando en febrero del año pasado la secundaria José Escandón y la primaria Felipe Carrillo Puerto de Reynosa, Tamaulipas, quedaron atrapadas en un fuego cruzado por la balacera que se armó en sus inmediaciones, se estableció un antes y un después en el sistema educativo de Tamaulipas.
Las balas, las de los sicarios, las de los federales y las de policías estaban ya allanando las aulas de nuestros niños y jóvenes del estado.
Para vergüenza de todos, aquella refriega se prolongó durante unas tres horas, tres horas en las que muchos niños y jovencitos lloraron, se parapetaron atrás de los pupitres, en el suelo, junto con sus maestros, en una jornada de guerra.
Era lo que faltaba, las ráfagas ya habían penetrado en muchos barrios y zonas comerciales de la frontera, y ahora estaban en las aulas, exponiendo a la muerte a cientos de niños y decenas de profesores.
Algunos padres de familia alcanzaron a ir a los planteles educativos para sacar a sus niños y llevárselos a sus hogares, para sacarlos de aquel campo minado.
Las fotos y los videos de aquel desastroso día le dieron la vuelta al país. Luego hubo más fuegos cruzados, y las escuelas de más ciudades tamaulipecas siguieron siendo vulnerables.
En Tampico y el resto de la zona sur de la entidad las balaceras han ido en aumento en el último año. Es una realidad y por ello la Secretaría de Educación Pública en coordinación con Protección Civil toman las medidas necesarias para evitar que los menores sean, eventualmente alcanzados por las balas.
Por eso el próximo jueves comienza los simulacros de evacuación contra balaceras en las escuelas de Tampico, de acuerdo a lo dicho por el subdirector de Protección Civil, quien nos da un dato interesante: el 60 por ciento de los planteles del municipio carecen de señalización y plan de contingencia.
Es obvio, pues a lo mucho lo que hemos tenido que se acerca a una contingencia son tormentas eléctricas.
Pero hoy tenemos balazos, y los niños tienes que ser capacitados para salir vivos de clases.
¡Está cabrón!
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