Fuente: El Universal
Informes revelan que se dejaron sentir desde 2007; incluso “eran las únicas autorizadas” y controlaban el aeropuerto de Cancún
Jueves 27 de mayo de 2010Francisco Gómez | El UniversalEl poder corruptor de los cárteles de los hermanos Beltrán Leyva y de Los Zetas infiltró todas las estructuras de gobierno y seguridad en Quintana Roo. En su nómina aparecen autoridades y policías federales, estatales y municipales.
Informes de la Subprocuraduría de investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), revelan que la influencia de ambas organizaciones criminales en esa entidad se dejó sentir desde 2007 e incluso eran las únicas “autorizadas” para desarrollar actividades criminales por sus pactos con autoridades de todo nivel.
Controlaban y vigilaban el aeropuerto de Cancún, donde descargaban aviones con cocaína procedente de Colombia, el desembarco de droga en lanchas, las carreteras, además del narcomenudeo, la venta de protección a negocios y empresas, los secuestros y hasta el tráfico de armas e indocumentados.
Las indagaciones oficiales señalan que ambos grupos delictivos utilizaron al estado que es el principal destino turístico en México y registra gran movimiento de divisas, para lavar dinero en casas de cambio, restaurantes, centros nocturnos y discotecas, según el expediente PGR/SIEDO/UEIDCS/217/2009 al que tuvo acceso EL UNIVERSAL.
El poder corruptor de los hermanos Beltrán Leyva y Los Zetas alcanzó en los tres últimos años todas las esferas de las instituciones y corporaciones de seguridad federales y del estado, casi en forma similar a lo ocurrido en los años 90 con el cártel de Juárez, en cuyo caso incluso su infiltración llegó al gobernador de ese entonces, el hoy extraditado a Estados Unidos, Mario Villanueva Madrid.
Para delinear el panorama de cómo ambos grupos delictivos penetraron las instituciones gubernamentales en Quintana Roo, la Siedo se valió de los testigos protegidos Jennifer, Zajed, María Fernanda, Rafael y Yeraldine.
El control del aeropuerto
Las declaraciones de Jennifer, el testigo colaborador que fue uno de los principales operadores del cártel de los Hermanos Beltrán Leyva y que hoy aparece como el principal acusador en los más importantes casos investigados por la SIEDO, sirven como muestrario de cómo la corrupción del narcotráfico alcanzó nuevamente al poder político en esa entidad. Resumió así la misión que le fue encomendada para Quintana Roo:
“Mi objetivo era coptar funcionarios públicos, principalmente policías y gente de aduanas, ministerio públicos y jefes de todos ellos”, especificó. El primero en conocer fue a José Antonio Rosales. Lo conocí, dijo, en finales del mes de junio de 2007, me lo presentó, Ricardo Flores, capitán de la Policía Federal Preventiva, como el nuevo encargado del aeropuerto de Cancún, Quintana Roo.
“Con él empecé a bajar los aviones cargados de cocaína procedentes de Sudamérica. Quería un regalo de presentación, para asegurar futuras relaciones de exclusividad con el cártel de los Beltrán Leyva y directamente con Édgar Valdez Villarreal, La Barbie. Se le dijo que escogiera el automóvil que quisiera de la marca y modelo que quisiera. Fue BMW 530, que se compró a la agencia BMW de Apatzingán, Michoacán, de 60 a 65 mil dólares no recuerdo el monto, pero a partir de ahí a este funcionario lo apodamos El Buen Hombre, por su modestia en pedir regalitos”.
A partir de ese momento, Rosales recibió 450 mil dólares por cada avión de coca que llegaba a Cancún. Luego se reclutó a José Luis Soladama Martínez, comandante de la Dirección General de Aeronáutica Civil en esa terminal aérea y quien fue ejecutado en 2007; José Luis Ortiz Navarro, inspector en jefe de la Dirección General de Aeronáutica Civil, y Martín Gómez Soto, oficial de Operaciones de la Dirección General de Aeronáutica Civil. Ellos eran los encargados de todos los aviones que bajamos ahí, comentó el testigo.
Los cárteles autorizados
En mayo de 2007, Jennifer fue presentado con el subdelegado de la PGR en Quinta Roo por uno de sus contactos dentro de la AFI en Cancún. “Era un sujeto de apellidos Vega Romero. Lo conocí en un restaurante bar que se ubica en la plaza Hollywood. Ordenamos unos tragos y sin más preámbulos le pregunté si era el subdelegado de la PGR, y me dijo que sí que él era el licenciado Vega Romero. Y comentó que se encontraba ahí para tratar el cobro de protección y por el narcomenudeo en Cancún, playa del Carmen e Islas Mujeres”.
Durante la plática, añadió el testigo, manifestó que ya tenía conocimiento del pacto que se tenía con Los Zetas y el cártel que yo representaba. “Sólo esos dos cárteles tienen autorizado expender cocaína en el estado; en lugares plenamente identificados. Eso es lo que quiero tratar, me dijo y yo le contesté que era bueno que ya estuviera enterado de la situación porque entonces no había mucho que decir. Le pregunté qué era lo que se necesitaba y cuanto costaría la protección”, reveló el testigo.
“El subdelegado me dijo —narró el testigo—, que el delegado de PGR tenía conocimiento de la reunión que se estaba llevando a cabo y que sabía de mí. El licenciado Vega me pidió 20 mil dólares para empezar a trabajar con nosotros y por cada tienda que tuviéramos los precios fluctuarían entre 5 y 8 mil pesos por semana, dependiendo de la zona en que se encontrara. Para ello me pidió las direcciones exactas de las tiendas y el nombre de cada uno de los encargados de las tienditas, a fin de tenerlos plenamente identificados y no tuvieran problema con la delegación. Se comprometió a que la delegación nos avisaría de cualquier operativo de ellos o de militares en las ciudades antes mencionadas, y que cuando una de las llamadas narcotienditas tuviera demasiadas denuncias, la reventaría. Me pidió dejar siempre dentro un menor de edad y algunos envoltorios con droga para que no se viera tan obvio que nos avisaban”, relató.
Le di una lista de aproximadamente 180 tienditas que teníamos en todo Cancún, Playa del Carmen e Islas Mujeres, así como en Cozumel. Le dije que empezaríamos con la cuota de 5 mil pesos por tienda y el pago de la semana sería por adelantado al día siguiente. Me preguntó qué pasaba con Los Zetas y le contesté que Antelmo, El Chamoy, era el encargado y que él tendría que hablar con ellos, según Jennifer.
Al día siguiente como a las cuatro de la tarde, de acuerdo con el colaborador de la PGR, en el estacionamiento del centro comercial plaza La Isla, se reunió con el subdelegado. A la cita, éste llegó con el delegado de la PGR, Nicolás Hernández, a bordo de una Suburban negra. “El licenciado Vega me lo presentó diciéndome que lo había llevado para que corroborara que el trato que habíamos hecho era serio y que su presencian lo avalaba. Les hice entrega de un radio Nextel para estar en comunicación y de 900 mil pesos en billetes de 500 que venían en un paquete plastificado que me entregaron los jefes de las tienditas, El Salomón y El Banana”, apuntó.
Música de El Padrino
Al ex secretario de Seguridad Pública del estado, Salvador Rocha Vargas, Jennifer lo conoció en mayo de 2007 en Chetumal. También se le se presentó el capitán de la Policía Federal Preventiva, Ricardo Flores, luego de comentarle que “necesitábamos dar de alta personal de la organización en la policía del estado, ya que Los Zetas controlaban a la policía municipal de Cancún y ante tal impedimento necesitaba arreglarme con la policía estatal. Me dijo que conocía al subsecretario de la corporación y le iba a comentar si aceptaba una entrevista”.
Un día después el capitán Flores llamó al ahora testigo y le pidió trasladarse a Chetumal para ver a Rocha Vargas, quien en era subsecretario. “Como a las 12 horas, me volvió a llamar y me dijo que me esperaría en el estacionamiento de la corporación, dentro de una camioneta Ram, color gris blindada. Flores me condujo a la oficina de Rocha Vargas y al entrar escuché que tenía puesta la música de la película El Padrino. Se lo dije y me contestó que era la acorde para conocer a alguien de la mafia”, explicó.
Le contesté que la música estaba perfecta. De inmediato entramos en el tema y le dije que “soy el encargado de la plaza de Cancún y que mi jefe directo es La Barbie (Édgar Valdez Villarreal)”.
Entonces el ahora colaborador de la Procuraduría General de la República le propuso al jefe policiaco de Quintana Roo dar de alta elementos del cártel como policías del estado. Rocha Vargas contestó que nos podíamos arreglar, que veríamos el modo de trabajar. En ese momento se entregaron 100 mil dólares en efectivo al jefe policiaco que Édgar Valdez La Barbie le envió.
“Llamé a La Barbie y le informé que el trato se había hecho. Me dijo que le pasara a Rocha Vargas y éste le dijo: ya está güerito, ya conocí a tu licenciado así que ya estamos trabajando”. El capo del narcotráfico le contestó que qué bueno que habíamos llegado a un buen arreglo, que no se arrepentiría del trato que él ayudaba muy generosamente a los que colaboraban con el cártel. Rocha le contestó que estarían en contacto y que le saludara a don Arturo. Nos dimos un abrazo y un apretón de manos”, según la declaración de Jennifer.
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